Ángel, músico y motor de la banda El Último Guateque, compartió en EntreMúsicos su particular trayectoria: un inicio tardío en la música y la conversión de su sueño en un proyecto de éxito que rinde culto a los clásicos del pop español de los años 60 y 70. Para Ángel, el secreto está en el compromiso, la constante formación y la conexión inigualable con el público.
De Camionero a Batería: Un Inicio Tardío
La aventura musical de Ángel comenzó tarde, a los 48 años, con una batería electrónica. Su primer contacto formal fue gracias a Pepe Rando, quien lo invitó a tocar con él y Alberto «El Parra», iniciándolo en la música de los años 60, como Los Relámpagos.
La idea de crear un grupo de versiones de aquella época (Los Brincos, Los Bravos) se gestó como un sueño en su cabeza, un proyecto que compartía con Raúl. El objetivo nunca fue ser un grupo profesional, sino pasárselo bien, pero la música de los 60 y 70 resultó ser muy agradecida con el público.
El Último Guateque: Un Nicho de Éxito
El Último Guateque se ha consolidado en un nicho musical específico, centrado exclusivamente en la música española de 1960 a 1979. Han rechazado la idea de evolucionar a la música de los 80 y 90 para no competir con grupos ya consolidados en esas décadas, manteniendo su propia identidad.
El éxito de la banda se basa en varios pilares:
- Compromiso y Seriedad: Son gente muy comprometida con los horarios y el trabajo.
- Constancia: Su ritmo de conciertos es alto, llegando a hacer entre 12 y 14 bolos en un mes de agosto, sumando un total de 42 actuaciones en un año.
- Show Agradecido: La gente mayor, en particular, es un público «tremendamente agradecido» con esta música.
Ángel disfruta tanto de los grandes eventos (como el de Tomelloso, donde la plaza estaba repleta de gente mayor), como de las fiestas privadas y pequeñas, donde se siente parte de la familia y crea una complicidad con los asistentes.
La Pasión en el Centro
Ángel disfruta de toda la parafernalia que rodea a la música: los viajes en furgoneta, las comidas y el «cachondeo» con sus compañeros, e incluso la parte administrativa de lidiar con representantes y presupuestos.
Lo que más valora es la satisfacción del público y el aplauso al terminar el concierto, especialmente cuando la gente mayor se acerca a contar anécdotas e historias.
A pesar de su éxito, sigue asistiendo a clases de batería y estudiando para mantenerse al nivel de sus compañeros, que son músicos profesionales. Para ensayar, usa una batería electrónica en el garaje de su casa para no molestar a nadie.
El mejor consejo que Ángel daría a alguien que empieza es que elija un instrumento que «le gustara» de verdad, ya que la música exige dedicación, esfuerzo y formación.




